jueves, diciembre 13

[Gary Jennings] AZTECA: La opinión española de nosotros

Tomado de la carta del Obispo Juan de Zumárraga

I H S
S. C. C. M.

Santificada, Cesárea, Católica Majestad,
el Emperador Don Carlos, nuestro Señor Rey:

Nuestra más Virtuosa Majestad y Sagaz Monarca: desde la Ciudad de México, capital de la Nueva España, en este Día de Fiesta de la Circuncisión y en el Año de Nuestro Señor mil quinientos veinte y nueve, os saludo.
Con el corazón apesadumbrado, pero con mano sumisa, vuestro capellán os envía nuevamente, según vuestra nueva orden, otra recopilación más de los escritos dictados hasta la fecha por nuestro azteca, o Asmodeo, como este siervo de Vuestra Majestad tiende con más frecuencia a considerarlo.
Este vuestro humilde clérigo puede simpatizar con el comentario irónico de Vuestra Majestad, de que la crónica del indio «contiene mucha más información que las fanfarronadas que recibimos incesantemente del recientemente titulado Marqués, el señor Cortés, quien actualmente nos hace el favor de asistir a la Corte». Y aún un Obispo entristecido y malhumorado es capaz de percibir el chiste irónico cuando vos escribís qué «las comunicaciones del indio son las primeras que hemos recibido de la Nueva España que no intentan sonsacar con maña un título, o una vasta asignación de las tierras conquistadas, o un préstamo.»
Sin embargo, Señor, estamos estupefactos cuando vos relatáis que vuestra real persona y vuestros cortesanos estáis «completamente cautivados en la lectura en voz alta de estas páginas». Nos, confiamos en que no sean tomados de una manera superficial nuestros empeños como vasallo de Su Más Eminente Majestad, pero, por nuestros otros juramentos, nos vemos obligados a amonestar lo más solemnemente y ex officio contra una indiscreta mayor difusión de esta historia asquerosa.
Su Aguda Majestad debe de haberse dado cuenta seguramente, de que en las páginas anteriores han sido tratados, indiferentemente, sin compunción ni arrepentimiento, tales pecados inter alia como homicidio, infanticidio, suicidio, antropofagia, incesto, tortura, prostitución, idolatría y violación al Mandamiento de honrar al padre y a la madre. Si, como se dice, los pecados son las heridas del alma, la de este indio debe de estar sangrando por cada poro.
Pero, por si acaso las insinuaciones más furtivamente deslizadas escapasen a la atención de Vuestra Majestad, permítanos señalar que el procaz azteca se ha atrevido a sugerir que su pueblo se jacta de alguna línea vaga de descendencia de una Primera Pareja, una parodia pagana de Adán y Eva. Sugiere también, que nosotros los cristianos somos idólatras de un panteísmo comparable a la hirviente multitud de demonios que adoraba su pueblo. Con una blasfemia igual, ha sugerido que los Sagrados Sacramentos como el bautismo y la absolución por medio de la confesión y aun la petición de gracia antes de las comidas, eran ya observadas en estas tierras, anterior e independientemente de cualquier conocimiento acerca de Nuestro Señor y Su otorgamiento de los Sacramentos. Pero quizá su más vil sacrilegio es asegurar, como pronto Vuestra Majestad leerá, que uno de sus gobernantes anteriores, un idólatra, ¡nació de una virgen!
También Vuestra Majestad hace una pregunta incidental en esta última carta. Aunque nosotros mismos hemos asistido de vez en cuando a las sesiones de la narración del indio, y continuaremos haciéndolo si el tiempo lo permite para hacer preguntas específicas o exigir una explicación sobre algunos de sus comentarios que hemos leído, debemos respetuosamente recordarle a Vuestra Majestad, que el Obispo de México tiene otras obligaciones urgentes que impiden verificar o refutar personalmente cualquiera de las jactancias y aseveraciones de este parlanchín.
Sin embargo, Vuestra Majestad nos pide información sobre una de sus más escandalosas afirmaciones y esperamos sinceramente que esta averiguación sea solamente una chanza humorística de nuestro jovial soberano. En cualquier caso, tenemos que responder: No, Señor, no sabemos nada acerca de las propiedades que el azteca atribuye a la raíz llamada barbasco. No podemos confirmar que «valdría su peso en oro» como un medio de comercio español. Nos, no sabemos nada acerca de esto que pudiera «silenciar la cháchara de las damas de la Corte». La simple sugestión de que Nuestro Señor Dios hubiera creado un vegetal que evitara la concepción de la cristiana vida humana, es repugnante a nuestra sensibilidad y una afrenta a...

Perdonadme, Señor, la mancha de tinta. Nuestra agitación aflige a nuestro mano. Pero satis superque...

Como lo ordena Vuestra Majestad, los frailes y el joven lego seguirán anotando estas páginas hasta que —con el tiempo, rezamos— Vuestra Majestad nos ordene que seamos relevados de este deber tan deplorable. O hasta que los mismos frailes ya no puedan aguantar más este trabajo. Creemos que no violamos la confianza del confesionario si solamente mencionamos que en estos últimos meses, las confesiones de dichos hermanos han sido extremadamente fantasmagóricas, espeluznantes de escuchar y necesitadas de las más exigentes penitencias para recibir la absolución.
Que nuestro Señor Jesucristo, Redentor y Maestro, sea siempre el consuelo y la defensa de Vuestra Majestad, contra todas las asechanzas de nuestro Adversario, es la constante oración del capellán de Su S.C.C.M.,

(ecce signum) ZUMÁRRAGA

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